Cómo me enseñó la Burbuja a vivir y comer con atención plena (Parte 2)

Esta es la segunda parte de este post. Da click aquí para leer la primera parte.

  1. Toda acción nueva requiere práctica para volverse una habilidad

Le compré una cuchara y un tenedor pequeños y estaba encantada. Al principio hacía (aún) más tiradero que comiendo con las manos, especialmente las sopas… Pero como todo, poco a poco fue mejorando su habilidad, a tal punto que quería comerse todo con su tenedor, ¡hasta los tacos! No había manera de que se los comiera con la mano.

  1. Equilibrio en la alimentación de manera intuitiva

Un día le puse un poco de mayonesa en su plato para acompañar lo que iba a comer. Se terminó la mayonesa y me pidió más. Le serví un poquito más y se la terminó en dos segundos. Me pidió más. Mi nutrióloga interna se asustó.

—¿Y qué tal que sólo quiere comer mayonesa? —dijo mi voz de nutrióloga.

—¿Y? No pasa nada. Confía en ella y observa—dijo mi voz de atención plena.

En efecto, sólo comió mayonesa, dejó absolutamente todo lo demás. Lo reconozco, estaba yo nerviosa, pero me tranquilizaba pensar que no se iba a desnutrir por completo en unas cuantas horas. Pensé que en la cena lo podría “equilibrar”.

Desde luego que en la cena escondí la mayonesa. Todo el mundo sabe que esconder algo es signo de una mamá desesperada. No vio la mayonesa pero me señaló el aguacate. Para resumir, se cenó casi un aguacate entero y NADA MÁS. La nutrióloga estaba bastante nerviosa.

Al día siguiente desayunó queso crema. Y ahí fue donde me asusté. Me pareció que ya era claramente una señal de algo…. Empecé a revisar el menú de comida de la semana, y el de la semana anterior, y el de la semana anterior a esa. ¡Sorpresa! ¡Todo era “bajo en grasa”!

Ese día me di cuenta que nuestra dieta familiar estaba desequilibrada y que nos estaba faltando grasa a todos. Como en cualquier otra casa, cocinábamos todo con poco aceite, casi nada frito, en sartén de teflón, etc.

Otro mito de la nutrición tradicional que se volvió una costumbre “saludable”, pero que nos estaba desequilibrando y resultó ser nada saludable. Hacía falta una experta en poner atención plena a su cuerpo para cambiar esta creencia.

(A raíz de este descubrimiento hice varios cambios en nuestro menú familiar. Los resultados fueron tan sorprendentes que esto es tema de otro post por venir.)

  1. Todos los alimentos valen lo mismo

—No quiero desayunar esto mamá—. Así amanecimos un lunes antes de ir al colegio. A estas alturas, ya he visto suficientes ejemplos con ella para confiar en que su cuerpo sabe que necesita comer otra cosa.

—¿Qué quieres? —le pregunté.

—Helado de vainilla—contestó la maestra.

—¡QUÉEE??!!! —gritaron todas mis voces al mismo tiempo.

Casi me caigo de la silla. El día anterior habíamos tenido invitados a comer y había probado el helado de vainilla. Le había encantado. Inmediatamente me di cuenta que esta solicitud no era una cuestión de “equilibrio de nutrimentos”. Esta chamaca quería darle a su boca algo rico y no tenía nada que ver con el resto del cuerpo.

— ¿De desayunoooo? —pregunté con una sonrisita inocente mientras mi nutrióloga interior pensaba rápidamente en una opción similar más “nutritiva” para intercambiarlo. Hacerle trampa, básicamente.

—¿Y si mejor te doy yogurt? Le podemos poner una gotita de vainilla y va a quedar buenísimo.

—No mamá, quiero helado de vainilla. — #$%&#$%$%/&# $

Aquí intervino el Bendito Esposo, que me conoce a la perfección y que también es un practicante de la alimentación plena. —¿Qué más da? Dale helado—. Me tomé unos momentos para encontrar la compostura. La niña desayunó helado. Lo disfrutó muchísimo y lo incluyó en su lista de “cosas que me gustan”. Nunca lo ha vuelto a pedir en el desayuno.*

*Gracias a la reacción del Esposo, La Burbuja no lo incluyó en la lista de “alimentos prohibidos”… prohibidos en la mañana, prohibidos antes de comer, prohibidos hasta que te acabes esto, etc… El helado, como cualquier otra cosa que se pueda comer, están en la lista de “comida”. Todo en esta lista está permitido. Y por lo tanto, nada se vuelve tan especial que necesita desearlo con ansiedad, pedirlo a gritos o atascarse el día que sí lo puede comer. Bendito Esposo.

  1. Alimentación con atención plena con instructora en casa
  • atención al momento presente— mamá suelta el teléfono—
  • usar todos los sentidos para disfrutar la comida—es un mango mamá, ¡te tienes que ensuciar! —
  • no comer a la carrera, —así de rápido no me gusta mamá—
  • beber suficiente agua para calmar la sed, —qué sed ¿verdad mamá?
  • mover el cuerpo después de una comida (aquí no hay diálogo, simplemente deja de comer y se pone a brincar como una cabra loca)
  • aceptar los gustos de cada persona—no me gusta la cáscara de la manzana mamá—arrrggghhh!!!
  • confiar en ella, y por lo tanto en mí.

Si ella puede alimentarse a la perfección haciendo caso a su cuerpo y escuchándolo, yo también puedo hacerlo. Sólo necesito bajarle al volumen de la nutrióloga y subirle al del cuerpo.

Y tú también puedes.

Escríbeme a guadalupe@alimentacionplena.com y cuéntame qué necesitas aprender (o desaprender). Yo puedo ayudarte a que tú y tu familia se reconecten con su cuerpo y vayan logrando una alimentación hecha a su medida.

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Escrito por Guadalupe Rozada


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