Criando una niña segura en su cuerpo
Ya empezó. Desde que nació la Burbuja he tenido miedo a este momento, y hoy me di cuenta que ya empezó.
Mi Burbuja hermosa empezó a comparar su cuerpo con otros.
De camino al colegio le conté una historia que me parecía chistosa. “Cuando papá y yo éramos novios…” empecé.
Le conté que hace muchos años me pegué en el dedo pequeño del pie con el sillón. El golpe fue tan duro que mi dedito se hinchó. Esa noche tuvimos una cena y una de las invitadas me dijo muy sorprendida “Ya vi! ¡Lo tienes muy hinchadito!”. Después de eso vinieron quince minutos de carcajadas porque ella estaba viendo mi pie sano… desde entonces el Bendito Esposo se burla porque tengo los dedos de los pies “hinchaditos”.
Terminé de contarle la historia a la Burbuja y se quedó pensando un momento en silencio. Después preguntó:
—¿Y cómo son los dedos de papá?
—Son flacos.
—¿Y cómo son los míos?
—Son intermedios.
—¿Qué significa intermedios?
—Que no están hinchaditos como los de mamá ni flacos como los de papá. Son medianos.
La conversación cambió de rumbo pero me quedé con la preocupación en el corazón… La Burbuja no estaba preocupada por encontrar las diferencias. Conoce perfectamente nuestros pies. El tono de su pregunta tenía un juicio de valor implícito: estaba tratando de buscar cuál forma de pies era “la buena” y cuál era “la mala”, para ver en qué grupo entraban SUS pies.
Ya empieza a notar las diferencias en los cuerpos, y de ahora en adelante tendré que estar más atenta que nunca mi vocabulario, a lo que escucha de otras personas y lo que me pregunta después.
Como este fin de semana, que estuvimos festejando el cumpleaños del Bendito Esposo. Comimos con la familia y los amigos. En todos lados hubo comida rica y pastel.
Uno pensaría que festejar un cumpleaños con comida rica y pastel trae un ambiente feliz y relajado. No siempre. Al parecer, las cosas ricas requieren adjetivos de animales, y las personas necesitan hacer bromas sobre su cuerpo para justificar que tienen ganas de comer postre.
La Burbuja escucha todo. Y mi corazón se apachurra cada vez que oigo a alguien cercanx, que ella conoce y quiere, referirse a si mismx con desprecio.
La panza, la comida, la grasa, la báscula, la dieta, el ejercicio… lo que “son” por servirse una rebanada más, lo que tendrán que hacer si se comen eso… Todo esto aplaudido por las carcajadas de lxs adultxs y una ronda más de burlas y críticas “chistosas”.
No quiero que ella aprenda, a sus cuatro años, que hay cuerpos adecuados e inadecuados. No quiero que aprenda a sus cuatro años, que tiene que limitar su comida si aún tiene hambre. No quiero que aprenda que comer y culpa vienen juntos. No quiero que aprenda que necesita pedir permiso para comerse el pastel, ni que conviene servirse una rebanada pequeña porque “ya viene Navidad”.
Así que hoy digo ¡BASTA!
Basta de tanta violencia hacia los cuerpos, los nuestros y los ajenos. Basta de culpar a la comida por traernos placer, energía y vida. Basta de bromear y burlarnos de otras personas por el tamaño de sus cuerpos.
Basta de hablar así frente a otras personas, porque no sabemos lo que nuestras palabras pueden despertar en ellxs.
Basta de hablar así frente a los niños y las niñas.
En muchas personas, el inicio de los problemas con la comida y su cuerpo empieza en su infancia. En SU casa.
BASTA.
Hagámonos responsables de nuestras historias, de nuestros miedos, de nuestros sesgos en torno a la salud y a la belleza. Revisemos lo que hemos oído y damos por cierto. Busquemos información para ampliar nuestro conocimiento y nuestra tolerancia. Busquemos ayuda individual, si la necesitamos.
Desenredemos nuestros nudos con valentía. Dejemos de contagiar al resto del mundo.
BASTA.
Atento aviso: Cada vez que oiga comentarios de este tipo y que la Burbuja esté presente, voy a intervenir. Se que la mayoría de nosotrxs lo hacemos sin darnos cuenta. Ya estamos acostumbradxs y es terrible. Quisiera evitarle esa costumbre a mi hija. Usté disculpe. Estoy criando una niña segura en su cuerpo.
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Categorías: Crianza, Familia, Mindful parenting, Niños
Escrito por Guadalupe Rozada
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