Lo que aprendí de mi mamá sobre mi cuerpo – sin una sola palabra

Mi mamá era una gran creyente de las palabras. Para ella, las únicas verdades eran esas que salían de su boca.

Y como te podrás imaginar, yo vivía permanentemente confundida porque sus palabras no coincidían con “algo” que yo sentía que no hacía sentido. Si ella decía que no estaba enojada, “algo” me decía que sí lo estaba. Si ella decía que hiciera lo que yo quería, “algo” me decía que debía olvidar mi plan y obedecerla. Si ella decía que no me preocupara por mi cuerpo, “algo” me decía que en realidad si.

Mi mamá nunca criticó el tamaño de mi cuerpo. Nunca. Desde que nací hasta que ella murió a mis 20 años, no recuerdo nunca haberla oído decir nada sobre el tamaño o forma de mi cuerpo.

Sin embargo, de ella aprendí que un cuerpo “bonito” tenía que ser delgado y que un cuerpo grande no era adecuado. También aprendí a comer menos para“cuidar” la manera en que mi cuerpo crecía.

En nombre del auto-cuidado y de la vanidad, que a veces son lo mismo, mi mamá me hizo creer que yo tenía control sobre el tamaño de mi cuerpo y que era mi responsabilidad no convertirme en eso que ella despreciaba.

¿Y cómo lo aprendí si jamás me lo dijo? Viéndola. La relación con su cuerpo y con la comida siempre fueron conflictivas. Rara vez comía lo mismo que los demás, siempre decía que no tenía hambre. Sólo comía queso gruyere, que escondía en el cajón de las verduras del refri para que no se lo comiera nadie más. Contaba orgullosamente lo poco que había engordado en cada embarazo, y vivía traumada por su panza.

¿Cómo iba yo a aceptar mi cuerpo si ella no aceptaba el suyo? ¿Cómo podía yo amar mis muslos si ella criticaba los de alguien en la calle? Sus porras hacia mi cuerpo no eran suficientes.

No podemos decirle algo importante a nuestros hijos y esperar que lo integren a su experiencia si nuestro ejemplo es opuesto.

No necesitamos enseñarle a una niña (o) a aceptar su cuerpo, ya lo hace. Necesitamos reconocer lo que pensamos y sentimos del nuestro, para que nuestro ejemplo no la confunda o debilite su confianza corporal.

Te dejo unas preguntas para que reflexiones esta semana y me cuentes qué encontraste:

  • ¿Cómo te expresas sobre tu cuerpo?
  • ¿Con qué objetivo cuidas a tu cuerpo? ¿Lo cuidas para que se VEA de cierta forma? ¿O para que se SIENTA de cierta forma?
  • ¿Qué crees que pensarás sobre tu cuerpo dentro de 30 años?  

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Escrito por Guadalupe Rozada


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