Por qué yo NO hago ejercicio
El concepto de “hacer ejercicio”, o como decimos las nutriólogas “actividad física” me saca ronchas. Me recuerda las promesas (rotas) del 1º de enero. Me suena a algo obligatorio, cansado, tardado, caro y complicado. Al oírlo siento que debo inscribirme en algún lugar, pagar, ir todos los días a la misma hora, sudar, que me duela el cuerpo… Y claro, voltear alrededor de mí y notar como el resto de las personas corre y brinca sonriendo calmadamente mientras yo respiro 6 veces por segundo y mi cara parece un jitomate a punto de explotar. Todo esto en los primeros 3 minutos.
Tal vez estás pensando que sólo me falta condición física y mucha práctica. ¡Pero ahí está la trampa! Porque para tener condición física tengo que sufrir primero, y esa lógica no me convence. Así que, desde hace varios años me mantengo alejada de cualquier cosa que parezca “ejercicio”.
Antes de que consideres que perdí la cabeza publicando un post en contra del ejercicio, te voy a hacer una pregunta y te pido que pienses tu respuesta con mucho cuidado.
¿Para qué quieres hacer ejercicio? Tómate un instante y observa las razones que vienen a tu mente antes de seguir leyendo. ¿Para qué sirve el ejercicio? Apunta tus razones y continúa leyendo.
Haciendo de lado el ejercicio como medio de transporte (ir de un lado a otro) y el ejercicio como profesión (una deportista profesional, un campesino, un trabajador de las mudanzas, un bailarín profesional), hay 2 otras razones por las que cualquier persona del mundo hace ejercicio:
- Por como se ve
- Por cómo se siente
¿Cómo se ve el ejercicio? Súper bien. El ejercicio se ve muy bien. Es una de las cosas más aplaudidas por nuestra cultura del “estilo de vida saludable”. Todo el mundo lo recomienda, desde los profesionales de la salud, las amigas y los medios de comunicación. Oímos por todos lados los trillones de beneficios (comprobados y no comprobados) de practicarlo.
Hacerlo desde esta razón significa que alguien más te dijo que hicieras ejercicio. Tal vez tu médico te dijo que necesitas controlar tu glucosa con ejercicio, tal vez tu nutrióloga te dijo que necesitas controlar tu peso con ejercicio, tal vez tu vecina te dijo que necesitas controlar tu envejecimiento con ejercicio o tal vez tu pareja te dijo que necesitas controlar tu humor con ejercicio. Alguien más te lo dijo. Tal vez estás súper convencida/o de que eso es verdad y te propones hacerlo.
Pero si esta es tu razón, te adelanto que vas a fracasar. No intento destruir todos tus sueños, quiero ser realista contigo. Si planeas hacer ejercicio por satisfacer una meta (tuya o de alguien más), vas a tronar. Lo vas a dejar. Y te vas a sentir mal por hacerlo.
¿Y cómo se siente? Increíble. Porque mover mi cuerpo de manera consciente sin ningún otro objetivo que pasar un buen rato conmigo misma es otra cosa. Por eso a esto no le llamo ejercicio. Mi queridísima amiga Lilia Graue, directora de Mindful Eating México, le llama movimiento consciente, movimiento delicioso o movimiento que celebre al cuerpo.
Yo creo que no debo moverme para hacer feliz al mundo exterior sino para hacerme feliz a mí. Debo moverme porque quiero, porque me gusta, porque lo disfruto ¡y ya! Como dicen en inglés no strings attached, es decir, sin otras condiciones, sin esperar algo más a cambio. Y, a diferencia de la desilusión por no perder toda mi celulitis en la primer semana de gimnasio, me sentiré bien desde el primer día. Piensa en unos niños jugando y corriendo en un parque: no están corriendo para mejorar su coordinación motora ni para quemar calorías ni para dormir mejor. La están pasando padrísimo y eso es razón suficiente.
Algunos ejemplos:
- Salí a caminar un rato con mi perro y regresé muy relajada
- Me fui en bici a dar una vuelta y pude disfrutar la ciudad desde otra perspectiva
- Hice unos estiramientos a la mitad del día y descansé mi cuerpo de la computadora
- Después de comer salí a caminar unos minutos y mi digestión funcionó muy bien
- Puse unos videos de música y bailé con los niños riéndonos como locos
- Me estacioné un poco más lejos de la entrada y aproveché para caminar de manera atenta unos cuantos pasos
Hay una enorme diferencia entre moverme para lograr algo y moverme para sentirme bien. Si quieres lograr algo, vas a empezar con una meta por cumplir que probablemente tome tiempo. Durante ese tiempo tu fuerza de voluntad se puede terminar y tú dejarás de hacerlo.
Pero moverte por el simple hecho de disfrutarlo permite que cada vez que te muevas tengas una experiencia agradable. Tu cerebro registrará que moverte es un placer y va a querer más. Poco a poco, sin gran esfuerzo ni sufrimiento, estarás moviéndote todos los días. Y esto, a largo plazo, es mucho mejor que pagar la inscripción a un gimnasio y usarlo de vez en cuando.
Déjame un comentario con tus razones para hacer (o no) ejercicio. Y si quieres saber qué otras cosas no hago, suscríbete a mi boletín electrónico.
Categorías: Adultos, Autocuidado, Ejercicio, Hábitos, Mindfulness
Escrito por Guadalupe Rozada
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