¿Y si hoy me fuera a morir?
Finalmente la Burbuja regresó a la escuela. Después del temblor del 19 de septiembre en donde toda la ciudad se detuvo, hoy hemos logrado regresar a la calma, a la rutina y a la sensación de que todo sigue igual que antes…
Pero nada sigue igual que antes. No solo por el temblor, sino porque esa es la realidad. Parece que cada día es igual al anterior, que la rutina es algo en lo que podemos confiar, y que tenemos toda una vida por delante.
Pero no. Nadie sabe cuándo se va a morir. Nadie.
Tal vez las personas con enfermedades terminales tienen una idea del “plazo de vida” que les queda, pero aun así, no es seguro. Tampoco para nosotros. Ya vimos que no hace falta mucho para poner nuestro pequeño mundo de cabeza, y aunque seamos afortunados como para no haber sufrido ningún daño, mucha gente alrededor de nosotros perdió desde sus bienes materiales hasta su vida. En unos segundos.
Ayer estaba leyendo una entrevista que le hicieron a Tony Karam, mi lama, sobre cómo superar el miedo después del temblor. Como ya sabrás, hay mucha gente que sigue asustada, oyendo la alarma sísmica en todas partes y con una permanente sensación de inseguridad. Tony dijo, en resumen, que el sismo nos hizo darnos cuenta de la realidad de la muerte. Esto nos da mucha ansiedad porque no vivimos nuestra vida como si nos fuéramos a morir, sino que nos engañamos creyendo que ese momento está muy lejos.
En la entrevista, Tony habla de 3 preguntas que nos podemos hacer para revisar nuestra vida:
- ¿Qué es realmente importante y prioritario en la vida?
- ¿Qué nos puede preparar para la muerte?
- ¿Qué me puedo llevar conmigo?
Estas preguntas nos llevan a darnos cuenta que dedicamos cantidades ridículas de tiempo a cosas sin importancia, que hemos vivido una vida sin significado o llena de remordimientos y que nos preocupamos por tener o acumular cosas que no podremos llevarnos.
Yo llevo pensando en este tema bastante: si hoy me muriera, ¿qué me preocuparía? La respuesta inmediata es “la Burbuja”. Me preocuparía que viva la muerte de su mamá tan chiquita, que se sienta triste y que tenga que adaptarse a un cambio tan fuerte. También pienso en el Bendito Esposo y en mi familia, que sigue tratando de encontrar una manera de despedirse y de vivir sin mi hermano.
Y después de eso, no hay nada más que me preocupe. No tengo deudas, no hay nadie con quien necesite reconciliarme, la gente que quiero sabe que la quiero y he dicho todo lo que necesitaba decir.
Pero todavía queda algo haciendo ruido. Me puse a buscar y encontré que siento un poco de lástima por las cosas que me habría gustado hacer y que no tuve tiempo. Me habría gustado conocer Japón y muchos otros lugares, ver crecer a la Burbuja y dar más consulta.
Y aquí fue donde mi reflexión me sorprendió. Dar más consulta. ¡Órale! Me gusta tantísimo lo que hago que sería una lástima morirme hoy.
Qué fantástico ¿no crees? Nunca antes había yo trabajado haciendo algo que me diera tanta satisfacción. Me siento absolutamente privilegiada por poder acompañar a la mujer que está frente a mí a verse a sí misma claramente, sin mentiras y sin miedo, y presenciar la maravillosa transformación que ocurre cuando ella descubre que puede comer en paz, cuidarse y quererse tal cual es. Parecería que yo recibo a cambio mis honorarios, pero recibo mucho más. Cada herida que veo sanar refuerza mi fe en el ser humano y en la enorme capacidad que tenemos para ser genuinamente felices.
Así que hoy, que bien podría ser mi último día, me siento profundamente agradecida con todos los seres que ayudaron a que esté viva y escriba esto. Que pueda seguir dedicando mi vida a traer más compasión, más paz y más gozo.
¿Te gustó este artículo?
Entonces te va a gustar recibir mi boletín electrónico directo en tu correo. Suscríbete aquí. No te pierdas ninguno de mis artículos, tips, y una que otra aventura de la Burbuja.
Categorías: Adultos, Alimentación Plena, Autocuidado, Mindful eating, Muerte, Mujer
Escrito por Guadalupe Rozada
Comments are closed here.